lunes, 1 de octubre de 2007

La Palabra: expresión de la existencia humana

J. Alberto Navarro Alvarez

El hombre que no teme
a las verdades, nada tiene
que temer a las mentiras.
Thomas Jefferson
[1]

El ser humano nace con una entidad similar por analogía a la mente con una pantalla en blanco y se va acumulando toda la información, por medio de la mirada que atrapa las cosas y las deposita en ese espacio en blanco acomodándolas en diferentes zonas, las que son capturadas por la vista para los colores, y para las formas; las que son percibidas por el tacto por el órgano más grande del cuerpo humano que es la piel, son transmitidas al cerebro por diferentes terminaciones nerviosas, las que son atrapadas por el olfato, para los olores, las que son percibidas por el sistema auditivo para los sonidos y otra que consiste en el aparato gustativo para los sabores en el que están íntimamente relacionadas la interacción entre gusto y el olfato (las papilas gustativas de la lengua y las vías nerviosas periféricas (pares craneales séptimo, noveno y décimo) para el olfato y proyecciones superiores (córtex gustativo primario y secundario).[2]

Se especula que cuando aparece uno de los estímulos antes mencionados este “llama a los otros para que se integre un pensamiento de relación y discriminación”, esto quiere decir que cuando percibimos un olor a manzana, este atrae a la forma (esférica), a su vez llama al color (verde o rojo), también a un sabor (a manzana verde o roja) y en esta forma se atrae cada uno de los elementos que están archivados en diferentes áreas de la corteza cerebral e integramos todos los componentes del pensamiento de “manzana”. Esto conlleva el constante intento de semantizar (dar un significado a las palabras) una percepción que, aunque interna y subjetiva, es extraña como todo lo nuevo con lo que entramos por primera vez en contacto.

Con el pasar del tiempo el cerebro se colma de experiencias transmitidas por los seres y las cosas más allegados (constructivismo dialéctico)[3]; a través del tiempo se van anexando sonidos que se escuchan y que se emiten, de actitudes, de palabras a las que se les da un significado o un significante, de las que se obtiene una respuesta del medio, esa pantalla en blanco en la que se van escribiendo letras las que al sumarse unas con otras conforman las palabras y sus significados.

En lo que a la construcción de la mente se refiere, el raciovitalista Orteguiano nos comenta al respecto: (…) “No conviene olvidar que la mente humana se ha ido haciendo poco a poco, según el orden de las urgencias biológicas. Primeramente fue preciso que el hombre adquiriese cierto dominio mínimo sobre las cosas corporales. Las ideas sensibles de los cuerpos concretos fueron las primeras en fijarse y convertirse en hábitos. Ellas constituyen el repertorio más antiguo, más firme y cómodo de nuestras reacciones intelectuales”.[4]

A todo ese espacio del mundo mental se le van anexando experiencias sobre cosas, texturas, colores, sabores, sonidos, sensaciones, actitudes, acciones, reacciones, imágenes, y formas, dándoles predilección a algunas de ellas, de tal manera que conforma nuestro gusto por la elección de las cosas, o bien, nos con-cede, nuestra libertad de elegir lo que más nos agrada de ese universo de cosas.

Así pues, en este pizarrón subjetivo vamos escribiendo y vamos comprendiendo ese mecanismo de elección que nos une a los demás, decidiendo y seleccionando que nos gusta y disgusta de los demás, así como también que les agrada o desagrada a los demás de nosotros.

Nos descubrimos a nosotros mismos y descubrimos al “otro” esto nos hace reaccionar entre el “yo” cartesiano “cogito ergo sumo” y el universo del “otro” de Emmanuel Lévinas quien dice que (…) “el otro seguirá siendo siempre el otro, incluso aunque uno imagine al otro como uno mismo, aunque se imagine al otro igual que uno, siempre hay un residuo de alteridad que nunca se podrá rodear del todo” [5] El otro que es eso que se encuentra fuera del “yo”, de ese yo que llenamos de experiencias acorde a la muy particular forma de percibir la vida, puesto que cada uno de los seres humanos tiene una forma diferente de percibir la realidad que nos rodea, ya que la cosmovisión y las experiencias de vida no son las mismas entre “yo” y el “otro”.

Con esa distancia entre el yo y el mundo, a través del tiempo vamos integrando diferentes aprendizajes dentro de esa pantalla y la vamos texturizando, saturando de cosas, de experiencias dentro de las que se encuentran: aprendizajes de decisiones, intereses, gustos, formas de relacionarnos con el medio, a esas diferentes formas de aprendizaje de relación entre “yo” y el universo le llamaremos experiencia.

Así como aprendemos muchas cosas a través de los años adquirimos mayor cantidad de conocimiento sobre el mundo, sabemos más y esa sabiduría que es la experiencia de existir, nos transforma en seres iguales en lo universal, pero diferentes en lo particular a los demás, por la distancia que da el conocimiento, la experiencia y la diferente percepción de la vida.

Pero así como aprendemos, también perdemos cosas de esa pantalla… se borran de ella, se pierden, ya no tienen la fortaleza para permanecer en ella y se olvidan, teniendo algunas veces que fantasear sobre lo que estaba allí para articular con el mundo; pero esto, se convierte en un camino erróneo del vivir, teniendo que volver y re-volver al conocimiento aprendido en el pasado para re-comprender y re-cordar lo perdido.

A todo esto se le llama la memoria; así lo trata, en la biología de la mente Alvarez Leefmans (…) “La memoria implica enlaces temporales, es esencial para la experiencia humana: y consideramos la experiencia de cada momento como una continuación del pasado presente o remoto, así como una proyección hacia el futuro. De esta manera, la memoria representa las bases para todo nuestro conocimiento, habilidades, ensueños, planes y esperanzas”.[6]

Continuando con el punto focal del ensayo regresemos a la palabra, siendo esta uno de los elementos de expresión y vínculo que más impacta para la unión o rechazo de los seres humanos; la palabra es lo que hace al hombre ser diferente a los demás, es lo que nos da la esencia de ser impares en el universo, es en principio, la incautación de las palabras ajenas, algunas no reflexionadas, pero intuíbles convirtiéndose en un significado contundente para la relación con este mundo; ya que la base de toda la cultura es el lenguaje, la raíz que adquirimos y aprendemos de los hombres, la palabra torna en un ser invisible o visible al hombre, transmutándose en uno de los mayores compromisos históricos entre el ser humano consigo mismo y con los demás.

La palabra que no es cumplida o la falta a la palabra por incumplimiento a las acciones, es la mentira; “cosa que se dice sabiendo que no es verdad con intención de engañar”;[7] esto, ejerce la inmediata descalificación social, es la eterna incongruencia del ser humano, forja rápidamente el alejamiento del hombre con su raza y también ¿por qué no?, la ruptura del hombre con su espíritu; para Jacques Derrida, “la mentira es un problema derivado de dos grandes arterias; la que consiste en disimular algo adrede y la que remite a la finitud del discurso y que consiste en no decirlo todo aunque yo quiera hacerlo”.[8]

Por medio de las palabras se puede expresar, emitiendo los sonidos de las letras en el espacio, producto del “metabolismo del pensamiento del hombre”, de ese escoger, seleccionar, discriminar, decidir que letra o palabra es necesaria para articular mensajes y comunicarme; así como también crear y concebir lo impalpable, lo intangible lo inexplicable, lo sublime, lo divino, de la voz de su sentir; la expresión de un pensamiento como: la descripción de la quietud de la noche, del brillo de las estrellas, de la belleza del crepúsculo, de la señal del sol reflejado en el espejo del mar, de la imagen de la hermosura multicolor del plumaje de las aves, de la representación de lo increíble de un cuadro imaginario del atardecer estampado en un bosque húmedo, de la representación del color de una flor, del símbolo de la oscuridad del cielo y el brillo de sus estrellas, del correr del río, de ese tintineo de cristales iridiscentes que manifiestan el movimiento revelando el tiempo; así también por medio de las palabras podemos manifestar: el des-agrado, el odio, la envidia, la intriga, la repulsión, el dolor del alma que no es visible pero que corroe y destruye , la soledad, la marginación del mundo, y la palabra más temida para la vida de cualquier ser humano… la muerte; Derrida lo expresa así: (…) la ausencia del horizonte da miedo, pero es tal vez la condición para que algo inaudito llegue. Ese algo puede ser la “muerte”, como siempre.[9]

Toda esa fisiología mágica que produce la voz; trama eterna entre el pensar-imaginar y concebir sonidos inteligibles concretos, que nos vinculan plasmados en cada una de las mentes que se enlazan unas a otras en una continua fantasía de sonidos multi-tonales trascendiendo todas las épocas vividas del ser humano.

La trascripción de esos moldes inexistentes archivados en los cerebros de los hombres, son llamados de las imágenes que se convierten en voces que piden, dan y niegan vivencias mundanas sentires y cosas.

Es compleja la explicación de los sentimientos de todos y cada unos de los actores en el escenario de este mundo, del amor, del des-amor, de la envidia, la amistad, de la honestidad, la angustia, la culpa, del compromiso, etc.

¿Cómo expresar para el entendimiento general de los seres humanos; el sentir de un beso, el de la sensación del toque mágico de una piel, de la sensación que nos causa la imagen siempre esperada de la mujer querida, del sentimiento del coexistir, de la amistad, de la felicidad extrema convertida en éxtasis o del… amor?; límite donde la ciencia no entiende, evita la confrontación o no puede explicar.

¿Cómo explicar verbalmente la empatía existente entre dos pensamientos? ese sentimiento de consideración entre los pequeños núcleos humanos, el saber el conocer y el entender en forma congruente a la naturaleza, a ese medio-reflexionar que nos envuelve, pero siempre esta presente dentro del hombre.

¿Cómo entender la palabra convertida en historia, ese el estar aquí, el viaje del mensaje a través del tiempo? el creer todo ese torrente de información fraccionada que se recibe y que debemos de asumir, el vivir retrospectivamente en un pasado inexistente para nosotros, que solo tenemos que entenderla por el mensaje de nuestros antepasados.

¿Cómo cavilar que las mismas concepciones del lenguaje teniendo idéntico venero de pensamientos algunos incitan a la fraternidad y otros a la destrucción del ser humano?, ¿como muta el pensamiento acorde a los intereses del hombre y convierte la belleza de la letra en voracidad y destrucción no tan solo de sus semejantes sino de la naturaleza, única fuente de vida de ellos mismos?

Es incongruente e incomprensible ese juego intelectual que hablado, adula y avasalla en fracción de segundos, es incomprensible esa esgrima mental utilizada entre los supuestos líderes de la humanidad donde la palabra engaña, se vacía, miente perdiendo su contenido, su esencia, su verdad, su pureza y honestidad y que es utilizada con intereses propios convirtiéndola en un concepto de hombre-deshonrado y efímero para la humanidad.

Aunada a todas estas experiencias, y después de ver las cosas, el cerebro funciona como el escultor de esas letras para conformar palabras, es ese el momento maravilloso cuando se llena la palabra vacía dándole un significado y comienza a tener sentido proveyéndole esa interacción de significado entre el hombre, las palabras y las cosas; es el punto entre lo divino y terrenal, es el emerger de la nada, es ese espacio recóndito donde el mundo comienza a tramar las formas, es ese algo en donde se toma conciencia de si mismo, ese comprender del viaje que cubre la distancia entre la conciencia interior y exterior del hombre, el componente que nos acerca o nos aleja del medio, dándole luz u oscuridad a ese elemento maravilloso, que no es otro que el despertar del ser humano ante la naturaleza del ser humano.

La palabra es el elemento que sostiene a la sociedad, es el cimiento sobre el que se construye el bien y el mal trascendiendo en una lucha encarnizada a través de los tiempos.

La palabra es el dolor, ese sentimiento de desasosiego que nos impide el vivir, que nos imposibilita para desarrollarnos normalmente, y su ausencia es el placer momentáneo, también la realidad y la ficción del hombre.

La palabra mueve naciones, pueblos y a la humanidad en su totalidad, da la pauta para el cambio de paradigma en esos espacios liminales entre uno y otro modelos a seguir, “da el poder a quien la domina”, trasciende el tiempo y el espacio, se extiende, y ramifica, se renueva, renace y se re-crea a sí misma es un prototipo mágico; en palabras del filósofo Galo Michel Foucault refiriéndose a la evolución de la palabra a través de los siglos, explica que: (…) “ahora ya no existe esa palabra primera, absolutamente inicial, que fundamentaba y limitaba el movimiento infinito del discurso; de aquí en adelante, el lenguaje va a crecer sin punto de partida, sin término y sin promesa.”[10]

Así pues, la palabra nos conecta con el mundo de las cosas, enriquece nuestras vidas dándole sentido a lo que hacemos y nos pasa; desde ese cavilar o fantasear, como emocionarnos hasta jugar con nuestra misma vida, así también como ganar o perder cruzadas. Pero bien entendido, nada de lo que creamos sería nuestra vida si no nos aduciésemos de ella.


Bibliografía

Alvarez, Leefmans F. J. Biología de la mente. México: Fondo de Cultura Económica. pp. 423.
Derrida, Jacques. ¡Palabra!. Editorial Trota, S.A., Madrid, 2001. p.72

Ibid p.40

Ibid. P.49

Diccionario de la lengua española. Ediciones Larousse, S.A. de C.V. México 1994. p. 431.

Foucault, Michel LAS PALABRAS Y LAS COSAS. Editorial Siglo XXI 2001, México. p.52

Gasset, José Ortega y http://www.enfocarte.com/1.11/filosofia.html

Morales, Saldivar A. Las mejores Frases Célebres de México y el Mundo. Editorial Tomo, S. A. de C. V., México, 2004. p.149

Muñoz del Castillo, Francisco «El concepto de sabores primarios está cada vez más cuestionado» 28 de febrero de 2005. www.consumaseguridad.com/web/ es/sociedad y consumo/2005/02/28/16925.php

Vigotsky, Semenovich Lev http://www.monografias.com/trabajos14/vigotsky/vigotsky.shtml

[1] Morales, Saldivar A. Las mejores Frases Célebres de México y el Mundo.Editorial tomo. México 2004. p.149
[2] Francisco Muñoz del Castillo «El concepto de sabores primarios está cada vez más cuestionado» 28 de febrero de 2005. www.consumaseguridad.com/web/ es/sociedad y consumo/2005/02/28/16925.php

[3] La postura de Vigotsky es un ejemplo del constructivismo dialéctico, porque recalca la interacción de los individuos y su entorno.
[4]Ortega y Gasset José. http://www.enfocarte.com/1.11/filosofia.html

[5] Comentario de Antoine Spire con referencia al pensamiento de Emmanuel Lévinas en el libro ¡PALABRA! De Jacques Derrida p.49
[6] F.J. Alvarez Leefmans. Biología de la mente. México: Fondo de Cultura Económica. pp. 423.

[7] Diccionario de la lengua española. Ediciones Larousse, S.A. de C.V. México, 1994. p. 431.
[8]Derrida, Jacques. ¡Palabra!. Editorial Trota, S.A., Madrid, 2001. p.72
[9] [9]Derrida, Jacques. ¡Palabra!. Editorial Trota, S.A., Madrid, 2001. p.40

[10] Foucault, Michel. LAS PALABRAS Y LAS COSAS. Editorial Siglo XXI 2001, México. p.52

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen post, estoy casi 100% de acuerdo contigo :)