domingo, 4 de noviembre de 2007

Pensamiento moderno, Reforma Protestante y Educación Ambiental: Algunas implicaciones

Alma Rosa Suárez Ruiz.

Presentación
Este trabajo tiene la intención de provocar una reflexión sobre el desarrollo de algunas formas de pensamiento que se gestaron desde finales de la Edad Media y principios del Renacimiento (siglos XIV al XVI) en Europa Occidental con la aportación del movimiento de la Reforma Protestante y que modificaron nuestra concepción del mundo y la forma en la que nos relacionábamos con él. Esta modificación de pensamiento ha provocado consecuencias que, apenas en las últimas décadas estamos empezando a comprender. Al reflexionar sobre esta transformación tal vez podamos encontrar caminos idóneos para hacer frente a las problemáticas que en la actualidad estamos enfrentando.

La Edad Media, antecedente del pensamiento moderno
La Edad Media fue una época de aproximadamente diez siglos (del año 476 d.C. al siglo XVI aprox.) en la Europa Occidental que se caracterizó por un sistema político, económico y social conocido como feudalismo, cimentado en la propiedad de la tierra, una economía agropecuaria enfocada principalmente al autoconsumo, con una fuerte jerarquización de clases encabezada por los reyes y el Papa, máximo representante de la Iglesia, la cual ejercía una hegemonía férrea sobre toda la región a través del poder político-ideológico-económico que sustentaba(1).

Dentro de la forma de pensar de la Edad Media, el universo era visto como un todo, la tierra era el centro, todo tenía un orden perfecto e inmutable, tenía su principio y su fin y cada persona nacía en una posición social y en ella se quedaba toda su vida, ni siquiera se concebía la idea de cambiarla (2). En este sentido la gente de la Edad Media tenía un profundo sentimiento de seguridad e inmutabilidad del mundo que la rodeaba y de su propia existencia, los objetos tenían ánima y los fenómenos eran explicados por fuerzas extrañas, mágicas, basadas en preceptos y relaciones sensibles. La Iglesia era la única poseedora de la facultad de salvar a las almas de los poderes malignos de estas fuerzas o del castigo eterno. En el pensamiento medieval las actividades cotidianas y los asuntos del mundo eran vistos con desprecio, la salvación se alcanzaba con una vida ascética apartada de lo cotidiano (3). Esta concepción provocó el establecimiento de muchos monasterios donde los monjes se apartaban del mundo y la aparición de múltiples órdenes mendicantes.


Los primeros siglos de la Edad Media (V al X aprox.), no fueron tiempos muy favorables para un desarrollo intelectual, el pueblo en general vivía en la ignorancia, el acceso a la cultura era privilegio de unos cuantos, sobre todo miembros de la Iglesia (4), principalmente en los monasterios donde sólo sabían leer y escribir algunos monjes encargados de copiar los libros a mano generalmente en latín. Estos libros, entre ellos la Biblia, eran de acceso restringido aún para los miembros del clero y celosamente guardados en las bibliotecas de los monasterios. La iglesia era la encargada de sustentar todo el cuerpo de creencias y saberes de la época, de aceptarlos o rechazarlos, vigilarlos, difundirlos, salvaguardar que se respetaran y se alinearan con su ideología. Ninguna creencia, idea o teoría, podía manejarse abiertamente si no contaba con el aval de la Iglesia. La filosofía que sostenía, conocida como Escolástica, tenía la función de defender la religión católica y sus intereses (5).


Posteriormente se abrieron algunas Universidades, generalmente dirigidas por sacerdotes, pero el acceso a ellas era privilegio de unos cuantos, Le Goff lo llama “Aristocratización de la Universidad” (1996: 122); y aunque no eran los grandes centros del saber como se cree comúnmente, en ellas se realizaban estudios sobre derecho y teología, se recuperaron y tradujeron escritos antiguos sobre medicina y de algunas de ellas salieron grandes pensadores que impulsaron el desarrollo de la ciencia y el conocimiento.


Las artes durante la Edad Media, en su mayor parte al servicio de la Iglesia, en sus inicios se caracterizaron por seguir el estilo románico de fuerte influencia bizantina y en sus etapas finales siguieron el estilo gótico en la pintura, escultura, arquitectura, música, literatura (6). Para los siglos XIV al XVI con el surgimiento de una burguesía, con poder económico y la influencia de las ideas humanistas, se dio un estímulo a todas las artes impulsando la época que ahora conocemos como Renacimiento.

El Renacimiento
Entre los siglos XIV y XV (finales de la Edad Media) varios factores impulsaron el surgimiento del Renacimiento: la peste negra (1348), la caída de Constantinopla (1453), crisis agrícolas, rebeliones campesinas, procesos de emancipación de naciones, el auge de la actividad mercantil y la aparición de una nueva clase social, la burguesía, con poder económico y facultad para elegir a sus representantes. Todo ello comienza a producir cambios en la concepción del mundo y la relación de éste con el ser humano, el humanismo cobra fuerza, se acrecienta el interés por la cultura (7).


El panorama con respecto a la educación de la gente comenzó a cambiar, entre 1480 y 1520 todo el clero podía leer y se le había preparado para el estudio, al menos en teoría. En la clase acomodada el 60% de las personas sabían leer y escribir, pero entre la gente pobre menos del 1% lo sabían hacer. La educación formal era seguida por vocación más que como una base general (8).


Con el surgimiento del Renacimiento se volvió la mirada al estudio de los clásicos, se empezó a romper con las nociones religiosas medievales acerca de la naturaleza, la sociedad y el hombre, aparecen precursores del pensamiento moderno como el sacerdote franciscano Donus Scoto (1266 – 1308) criticando la tradición aristotélica fue el primero que propuso rechazar la razón en las cuestiones de la fe. Guillermo de Ockham (1280 – 1349) prosiguió por ese camino y completó el divorcio del conocimiento práctico y el teórico (9).


El cardenal Nicolás de Cusa astrónomo, matemático, humanista, contribuye a la formación del pensamiento renacentista, introduce una nueva idea del hombre que ya no está en un estado contemplativo sino como actor de su propio destino. Cusa dice:
“Sé tú tuyo y Yo seré tuyo” es decir “Si quieres que yo, Dios, habite en ti, tú tienes que ser primero tú y nadie más, tienes que elegir para ti tu propio destino, tu auténtico rostro y no pretender heredar algún lugar que te hubiera sido acordado” (Villoro, 2005: 34).


Escribe que el hombre es un todo porque tiene en sí la posibilidad de ser cualquier cosa. En 1449 en su obra la docta ignorancia ataca el aristotelismo y la resistencia del hombre al cambio:
“Tanto es el poder de una larga observancia que los más prefieren renunciar a la vida antes que a la costumbre” (Le Goff, 1996: 126).

El sacerdote neoplatónico Marsilio Ficino (1433-1499) dice que alma y cuerpo constituyen dos sustancias distintas y separables, la destrucción de la 2ª no causa por lo tanto la desaparición de la 1ª (solución platónica); la actividad unificadora del alma se revela mejor en su facultad superior, el intelecto; que el hombre no tiene un lugar fijo en el macrocosmos sino es un microcosmos en sí mismo con la posibilidad de ser otro cualquiera (10).


Otro neoplatónico, Pico de la Mirandola (1463-1494) estudioso celoso del hebreo y la cábala, dice que el ser hombre consiste en ser lo que el hombre quiera porque está bajo el cuidado de su libre arbitrio, complementando la idea de otro pensador humanista Gianozzo Manetti que dice que la grandeza del hombre está en la actividad creadora que desempeña (11).
A pesar del despliegue de estos grandes hombres, no fue fácil la transformación del pensamiento medieval al pensamiento moderno, pues el primero seguía muy fuertemente arraigado en la gente en general, pero poco a poco surgieron más intelectuales que vinieron a reforzar este desarrollo.


“Lo cierto es que, aun cuando esos sabios hayan tenido intuiciones notables, éstas permanecieron durante mucho tiempo estériles … La tiranía de la teología que impedía a los sabios de nociones científicas claras” (Le Goff, 1996: 126).

Para el siglo XV el humanismo ya predominaba en Italia principalmente, y aunque en Alemania y en ciudades como Borgoña y Flandes todavía le presentaban fuerte resistencia (12), van prevaleciendo las ideas humanistas y su concepción naturalística, alzan su voz grandes pensadores como Jacques le Fevre en Francia, Juan Colet en Inglaterra, Erasmo de Rótterdam en Holanda, surge una idea de progreso, como un retorno a los clásicos. El centro no es ya el mundo sino el hombre (individualismo) y su papel dentro de éste, pasa de ser contemplativo, a un ser con libertades individuales y destinado a construir su propio mundo (13). El pensamiento se vuelve más pragmático, mecánico-causalista, su interés se vuelca en el “cómo”de los fenómenos que se observan para intentar explicarlos con un lenguaje matemático basados en la experimentación y en el método científico (14).


Las grandes universidades se convierten entonces en potencias políticas y fuentes del saber, desempeñando un papel activo, en las luchas entre los estados (15). Para el siglo XV las naciones empiezan a consolidarse, de incipientes nacionalidades a Estados Nacionales Europeos. Maquiavelo sienta las bases de la teoría del Estado Moderno con su propia estructura, idioma común, instituciones y leyes que los unían (16). Estos cambios en el campo de las creencias y de las conciencias aunado a la decadencia de la Iglesia motiva la Reforma religiosa.

La Reforma Protestante
La Reforma fue un movimiento religioso que se dio en varios países de Europa Occidental durante el siglo XVI, que buscaba un retorno a la doctrina y los principios fundamentales establecidos en la Biblia como única fuente de fe y en contra de la Iglesia Católica, atacando la corrupción que prevalecía en ella y la desviación de su doctrina.
A fines de la Edad Media la Iglesia se encontraba en un estado de franco declive, desde el Papa hasta los sacerdotes de más bajo rango estaban corrompidos (17), lo que generó una serie de protestas religiosas. Al respecto Rodríguez (1994: 35) dice:

“A través de la predicación de la doctrina cristiana, (la Iglesia) ejercía un gran predominio sobre la conciencia de la población, misma que se veía defraudada en sus creencias, al observar el tipo de vida escandalosa que llevaba la mayoría de sus dignatarios y sacerdotes”


Proliferaba en la Iglesia desde el siglo IV la costumbre de ostentar y reverenciar “reliquias” de todo tipo (18), a las que se les concedían “poderes” de salvación y que afianzaban el dominio ideológico sobre la población. También era común a la Iglesia la venta de indulgencias para librarse del castigo por los pecados o para salir del purgatorio, esto implicaba que los que tenían posibilidades económicas tenían “permiso” para cometer hasta el peor de los pecados y salir bien librados. En 1520, el Papa León X convoca a la venta de más indulgencias para obtener fondos para la construcción de la Basílica de Roma, con lo que esta práctica ya deshonesta, es descaradamente impulsada aún más.

Principales protagonistas de la Reforma
A principios del siglo XVI el clima con respecto a la Iglesia era cada vez de mayor descontento. Los impuestos papales, la intromisión en los nombramientos eclesiásticos opresivos, ejemplos de clérigos indignos, extensiones de impuestos al clero, además del fermento del humanismo hicieron que algunos ojos buscaran un cambio y un despertar religioso. Algunas de las voces más relevantes, que se alzaron para protestar fueron:


Juan Wyclif (1324 – 1382) profesor en la Universidad de Oxford, Juan Huss (1369 – 1415) sacerdote, rector en la Universidad de Praga, Jerónimo Savonarola (1452 – 1498) monje nacido en Ferrara, Juan Calvino (1509 – 1564) sacerdote francés influido por el humanismo y por las ideas de Lutero. Todos ellos relacionados de una manera u otra con la Iglesia Católica, ante la realidad que observaban, protestaron en general negando la efectividad y sustento bíblico de muchas de sus prácticas, la corrupción existente, el abuso contra el pueblo, el despilfarro y pugnando por una revisión y regreso a las fuentes primigéneas de la fe y por el acceso del pueblo a éstas. Por sus ideas sufrieron persecución y algunos, muerte violenta por parte de la Iglesia.
Uno de los más notables reformadores fue Martín Lutero (1483 – 1546), sacerdote agustino, alemán, doctor en Teología. Estudioso de la Biblia, trata de reformar a la Iglesia, no separarse de ella. El 31 de octubre de 1517 publica 95 tesis en las que manifiesta sus ideas y desacuerdos, entre los principales mencionamos: su inclinación por la lectura de la Biblia, como única fuente de fe; la salvación por arrepentimiento; el rechazo a la efectividad de la confesión auricular; cuestionaba la autoridad papal para remitir penas o culpas; la ayuda al pobre no como medio para alcanzar la gloria sino como una consecuencia del amor al prójimo; el por qué, si la Iglesia era la encargada de salvar almas no lo hacía por puro amor y ponía estas indulgencias a la venta; exponía los abusos y blasfemias del clero con la venta de estas indulgencias; el que se hicieran extensivas a las penas del purgatorio y preguntaba por qué, si el papa tenía tanto dinero, no construía con él la Basílica de Roma (19).


La respuesta del clero fue contraria a sus expectativas, fue rechazado, amenazado, citado a presentarse a declarar en la dieta de Worms, y excomulgado mediante la Bula Exsurge Domine. Gracias a la protección del elector de Sajonia, Federico el Sabio, salva la vida y continúa su obra traduciendo la Biblia al alemán, escribiendo y predicando incansablemente.


Aunque la intención inicial de Lutero no era separarse de la Iglesia, el movimiento de Reforma creció fundando nuevas congregaciones religiosas sobre todo en países del norte de Europa (20).
Aportaciones de la Reforma al desarrollo del pensamiento.


La Reforma alcanzó a los países bálticos, donde encontró la ayuda de Alberto de Brandemburgo, duque de Prusia; en Suecia y Finlandia, triunfó con Gustavo Basa; en Dinamarca y Noruega con Cristian III y rebasó los límites de la Europa de entonces, hasta algunas partes de Rusia (21). Contribuyó a la consolidación de estas y otras naciones como Suiza, Alemania, Holanda e Inglaterra, quienes antes de ella se encontraban poco integradas y con la separación del dominio del papado se reconocieron y fortalecieron como naciones.


Uno de los aportes más loables de la Reforma fue la promoción de la educación del pueblo ya que desde el principio impulsó la alfabetización de sus congregantes y el acceso a otras formas de culturización como la música y las artes en general como medio para superarse. La Reforma ayudó al pueblo en general a sacudirse el yugo ideológico que la Iglesia mantenía sobre él y facilitó el camino a las nuevas ideas del renacimiento.


Se puede observar en los países que abrazaron el protestantismo un carácter de disciplina y respeto por el trabajo que hasta la fecha les ha generado dividendos, Weber (1974) afirma que este cambio en la concepción del trabajo y la actitud ante él, dio pie al inicio de capitalismo.


El movimiento Protestante también fue y sigue siendo un primordial impulsor de las libertades humanas. La cultura y la ciencia no pueden avanzar donde no hay libertad. En los países que abrazaron este movimiento se gestaron adelantos en todas las áreas de desarrollo humano, una prueba de ello son los grandes genios que han dado al mundo en todas las artes y ciencias, basta con mencionar algunos nombres como Copérnico, Shakespeare, Livingstone, Bacon, Spencer, Leibniz, Chalmers, Weber, Bach, Haendel, Beethoven, y otros más.

La Contrarreforma
Como ya se mencionó la respuesta de la Iglesia ante el movimiento de Reforma fue de completo rechazo y persecución hacia los que la proclamaban. Quemaban los libros de Lutero y Calvino, a través de la Santa Inquisición perseguían a los herejes (disidentes) para torturarlos y quemarlos.


Ante los vanos esfuerzos por acabar con el movimiento, La Iglesia Católica convoca a un Concilio en Trento 1545-1563 para consolidar la autoridad papal, hacer una reorientación general de la Iglesia, precisar sus dogmas esenciales, controlar las imprentas y publicar un índice de libros prohibidos.


En Portugal y España aparece Ignacio de Loyola que buscando purificar a la iglesia funda la Compañía de Jesús, quienes se dedicaban a los ejercicios espirituales, sermones y obras de caridad, con una férrea disciplina.


Todo ello mejoró un poco la situación de la Iglesia Católica, disminuyó la corrupción, recuperó algo del prestigio perdido sobre todo en Italia, España, Portugal y Francia, pero no pudo acabar con la Reforma Protestante sobre todo en países como Holanda, Alemania, Suiza e Inglaterra donde ya el movimiento se había consolidado.

La Educación Ambiental y el pensamiento Moderno
El desarrollo del pensamiento ha pasado por diversas etapas. Durante la Edad Media el ser humano se consideraba un elemento dentro de la naturaleza y aunque no entendía muchos de sus procesos o le daba explicaciones mágicas, sentía un gran respeto por ella. Con el surgimiento del humanismo, se asume como responsable de su propio destino, con poder de decisión, su visión del mundo y su relación con él se vuelve antropocéntrica.


Desde este cambio de concepción, el ser humano empezó a usar a la naturaleza ya no como fuente de sustento sino como fuente de riqueza y poder. Ésta pasó a ser un “objeto” del que podía hacer uso indiscriminadamente, Grün (2004) llama a este proceso “objetivación de la naturaleza”.


Los seres humanos nos sentimos entonces superiores a ella, con el derecho de estudiar a través de la ciencia sus fenómenos para conocerlos, predecirlos y dominarlos, justificando como verdadero sólo aquello que podía medirse y demostrarse a través del método científico, buscando por medio de la experimentación principios aplicables universalmente en base a una serie de razonamientos sencillos, eslabonados, para llegar a otros más complicados (22).
El desarrollo de la ciencia y la tecnología basado en esta visión, con un paradigma civilizatorio altamente depredador, como lo llama González Gaudiano (1997), ha generado procesos de explotación de los recursos naturales y deterioro del entorno que se han ido incrementando a medida que este desarrollo ha avanzado, a tal grado, que la naturaleza ya no es capaz de revertir los daños o regenerar los recursos depredados.


En la época que estamos viviendo, cuando los gobiernos de los países proclaman su lucha por abatir el analfabetismo, mejorar el acceso y la calidad de la educación, cuando la ciencia y la tecnología han avanzado tanto y creemos que las personas de las “sociedades modernas” están más preparadas intelectualmente, cuando los conocimientos son más accesibles con los medios de comunicación masiva, la información fluye a velocidades antes inconcebibles y está al alcance de más personas y cuando el ser humano ha creído poder manipular a la naturaleza a su antojo, podríamos pensar que la ignorancia está disminuyendo.


En la actualidad existen otras formas de ignorancia y fanatismo en la humanidad. ¿El modo en que hemos actuado sobre la naturaleza y lo seguimos haciendo sin siquiera percatarnos del daño que estamos ocasionando, no es acaso otra forma de ignorancia?


El pensar, con una visión muy corta, que si yo no talo un árbol directamente, no mato a una ballena o no tiro basura en la calle, no estoy contribuyendo a dañar el planeta, ¿No es también un tipo de ignorancia de toda la compleja relación de esta naturaleza con el ser humano? ¿Conocemos todas las implicaciones y relaciones que envuelven cada uno de nuestros actos diarios, la forma en que contribuimos a la destrucción indiscriminada de la naturaleza para satisfacer nuestras necesidades básicas y muchas no tan básicas, como nuestros hábitos de consumo de agua, alimentos, vestido, energía, llámese luz, gas, gasolina, etc., nuestra actitud ante las políticas gubernamentales, nuestra participación o no participación ciudadana, etc.?
Por generaciones hemos sido educados con la idea de que la felicidad se obtiene al alcanzar el “progreso”, por lo que éste debe ser nuestra meta en la vida, la idea de que sólo se puede lograr a través del desarrollo de la ciencia y la tecnología, de que en la ciencia está la respuesta a todas nuestras interrogantes y que en la tecnología está la solución a todos nuestros problemas.
Nos han infundido la idea de que la felicidad se puede obtener al poseer más cosas. Desde nuestra más tierna infancia hemos, y cada vez más, estamos siendo bombardeados, por todos los medios y sin el menor escrúpulo, por publicidad que nos crea la necesidad de adquirir más y más objetos aún sin tener las posibilidades económicas para ello y en muchas ocasiones sin realmente necesitarlo: una casa mejor, un auto más lujoso, ropa más a la moda, el mejor celular, el juguete más avanzado, la computadora de modelo más reciente, el cuerpo más perfecto, y así la lista sería inacabable.


En esta carrera interminable hacia no sabemos donde, los recursos del planeta son los que están llevando la peor parte, han soportado por siglos este despojo, pero el avance tecnológico, que cada vez es más acelerado, está devastando los recursos a una velocidad que ya no le permite a la naturaleza regenerar sus procesos, aunado a la contaminación de agua, aire y suelo que estamos generando, la situación está llegando a su límite y las consecuencias son cada vez más notorias.


Agreguemos a esto la tendencia humana del dominio de unos hombres sobre otros, llámese económico, político, ideológico o social y la avaricia que impulsa al que tiene cierto poder para ejercerlo y acrecentarlo por cualquier medio y sin el menor escrúpulo. Esto nos ha llevado también a una crisis social. La problemática es sin duda multifactorial y no es fácil encontrar soluciones sobre todo cuando éstas afectan intereses individuales, nacionales e internacionales en un mundo en el que los grandes consorcios económicos extienden sus influencias a nivel planetario y cada vez es más difícil el sustraernos de ellas.

En este camino de la “modernidad” no podemos decir que todo ha sido malo, la ciencia y la tecnología han logrado magníficos avances, el ser humano puede observar y conocer procesos antes insospechados, llegar a lugares inimaginados, controlar enfermedades antes devastadoras, regenerar órganos enfermos, etc. Pero, ¿Todo esto es absolutamente verdad?, ¿La ciencia tiene todas las respuestas?, ¿La tecnología podrá revertir o solucionar los problemas que enfrentamos hoy en día? ¿Tenemos todos los seres humanos las mismas posibilidades de acceso al progreso y sus ventajas?


Volvamos nuestra mirada hacia la historia para buscar de entre lo acontecido lecciones que nos puedan servir de guía para encontrar la solución. Así como en el Renacimiento, la educación vino a reforzar el desarrollo de nuevos pensamientos, en la actualidad la educación es un medio importante para ayudarnos a todos a entender y manejar de la mejor manera la crisis ambiental que ahora enfrentamos.


Una persona que tiene acceso a la educación, desarrolla un pensamiento más crítico y una visión más amplia de su realidad, sus causas y consecuencias, tiene también acceso a otras formas de pensar diferentes de la suya, tiene más elementos para juzgar lo que puede aceptar o no como verdad y tiene más posibilidades de elegir lo que le conviene para actuar de una manera o de otra.


Así como hace siglos se produjo un cambio de pensamiento que permitió el desarrollo de la humanidad, ¿Necesitamos ahora una nueva revolución de nuestro pensamiento? ¿Necesitamos un nuevo paradigma que nos de una nueva visión el mundo y nuestra relación con él? Es aquí donde la educación ambiental adquiere relevancia pues es el camino más viable para abordar los problemas ambientales con una visión holística, biocéntrica, ético-histórica, que trabaje todas las áreas del currículo considerando todas las interrelaciones político-económico-sociales que conlleva. La educación ambiental no tiene aún todas las respuestas, pero los educadores ambientales estamos trabajando en la búsqueda de los medios idóneos para ayudar a la sociedad a entender la crisis ambiental con todas sus implicaciones, construyendo una forma diferente de relacionarnos con nuestro entorno, reconociendo la necesidad del cuidado y protección del medio ambiente, para encontrar las soluciones a los problemas que le hemos ocasionado y ayudar a descubrir formas que nos permitan hacer uso de los recursos de manera racional de modo que no minemos la capacidad de sustentabilidad de nuestro planeta, el único en el que nos desarrollamos.


Bibliografía
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http: www.rsta.pucmm.edu.do/biblioteca/pinacoteca/arte%20medieval/pagina%20principal.htm
http: http://www.veredasaber.ula.ve/

(1) Para profundizar sobre las características del feudalismo ver (Rodríguez 1994: 11 y 12).
(2) Villoro, L. (1992) El Pensamiento Moderno. Filosofía del Renacimiento. México, El Colegio Nacional – FCE.
(3) Goff, Jacques Le (1997) Pensar la Historia. Modernidad, presente, progreso. Barcelona, España, Paidós.
(4) Rodríguez, J. et. al. (1994) Historia Universal. México, Limusa, 2ª Edición.
(5) Rodríguez (1994: 12)
(6) Para mayores referencias consultar: Waller, A. (1994) La música durante la Reforma del Siglo XVI. México, Deto S. A. Talleres, http:
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(7) En esta época surgen grandes artistas como Miguel Ángel, Da Vinci, Bocaccio, Petrarca y otros. (Ibid., pp. 20-21).
(8) Hale, J.R. (1998) La Europa del Renacimiento. México, Siglo XXI Editores S. A., 9ª Edición.
(9) Goff, Jacques Le (1996) Los intelectuales en la Edad Media. Barcelona, España, Gedisa, 4ª
(10) Villoro, L. (1992)
(11) Ibid., (1992)
(12) Romero, J. (1997) La Edad Media. Bogotá, Colombia, Fondo de Cultura Económica, 21ª Edición.
(13) Ibid., (1992)
(14) Para ampliar la información consultar Abbagnano, N. et. al. (1964) Historia de la Pedagogía, México. Fondo de Cultura Económica y Berman, M. (2004) El Reencantamiento del Mundo. Santiago de Chile, Cuatro Vientos, 9ª edición.
(15) Goff, J. (1996)
(16) Rodríguez, (1994)
(17) Bainton, R. (1989) Martín Lutero. México, CUPSA, 3ª Edición.
(18) Se ostentaban toda clase de objetos como reliquias, desde clavos de la cruz de Cristo, restos de santas momificadas, hasta gotas de la leche de la Virgen María.
(19) Para consultar el contenido completo de las 95 tesis consultar Hernández, M. (1999) Martín Lutero “Las Noventa y Cinco Tesis”, Un Documento Histórico. México, CUPSA.
(20) Bainton, R. (1989)
(21) Rodríguez, (1994)
(22) Abbagnano, (1964)

1 comentario:

Anónimo dijo...
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