lunes, 5 de noviembre de 2007

Discurso de Bienvenida al Primer Coloquio Nacional de estudiantes y egresados de Programas Académicos de Educación Ambiental

Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán[1]

A la memoria de José Abel y Alma, quienes fueron virtuosos como anfitriones.


Después de lo gozado
y lo sufrido
después de lo ganado
y lo perdido
siento
que existo aún
por que ya
casi a la orilla de mi vida,
puedo recordar
y gozar
enloquecido;
en lo que he sido
en lo que es ido.

Casi a la orilla
Elías Nandino

Lic. Javier Olmedo Badia
Director de Difusión de la Universidad Pedagógica Nacional

Ligia Hernández
Directora de Educación Ambiental del Centro de Educación y Capacitación para el Desarrollo Sustentable, CECADESU de la SEMARENAT.

Mtro. Adalberto Rangel Ruiz de la Peña
Director de Unidades de la Universidad Pedagógica Nacional

M. en C. Juana Josefa Ruiz Cruz
Directora de la Unidad O95 Atzcapotzalco de la Universidad Pedagógica Nacional.

Estimados conferencistas, ponentes y asistentes a este Primer Coloquio Nacional de estudiantes y egresados de Programas Académicos de Educación Ambiental.

Amigos todos, buenos días:

En reciente entrevista, Gilberto Guevara Niebla (Milenio, 13 de septiembre del 2007) afirmaba que la educación debe ser una preparación para pensar críticamente y enfrentar una realidad que siempre es plural y conflictiva. Me pregunto entonces, al iniciar estas palabras, si será necesario tratar de contextualizar la relación sociedad-naturaleza actual en el marco de las tendencias dominantes en las que parece desarrollarse una civilización que todavía no asume la crisis en la que se encuentra, ni ha comprendido con suficiencia el sentido de urgencia de su propia subsistencia. Citar, por ejemplo, las siguientes tendencias que vive la sociedad toda:

1) La que parece irrenunciable y todo menos socialmente justa, la etapa post-capitalista de la Globalización, proceso implacable y sólo en apariencia sutilmente impuesto por el capitalismo posindustrial que detona en los países haciendo de sus economías añicos y de sus pobladores migrantes y que tampoco, por cierto, toma mucho en cuenta los ciclos de recuperación de los recursos naturales;
2) La muy temida desregulación de todas las actividades productivas y de servicios (de la que vimos un contraejemplo y reacción entre los senadores y los dueños de los medios hace algunos días en nuestro país, disputándose el mando del país);
3) El saber que la única certidumbre financiera será la volatilidad y la inestabilidad; y que es irrefrenable el desarrollo tecnológico e inalcanzable su materialización para la generalidad de los habitantes del planeta;
4) El comentar de las cada vez más difusas fronteras industriales y como China está cada vez más presente en nuestras vidas;
5) De los procesos de legitimación social que están emergiendo plasmadas en las nuevas normas de convivencia social, que renuncian a la procreación y la familia tal y como la conocemos;
6) Y, también -así al final lamentablemente-, la irrupción de alguna sensibilidad ambiental debida, sobre todo, a los efectos manifiestos del calentamiento global y los llamados (todavía) fenómenos naturales, presentes de forma inevitable en la agenda pública y que ahora se tratan de resolver con programas de responsabilidad social, más que de Política Pública. (Prahalad, Competing for the Future ; 1997)
Pido disculpas porque esto debe ser material a discutir en las mesas de trabajo y yo no estoy aquí para “tirar línea” sino para agradecer su presencia y darles la más cordial bienvenida.

Permítanme, entonces iniciar este solemne acto de inauguración al 1er Coloquio Nacional de Estudiantes y Egresados de Programas Académicos de Educación Ambiental con una anécdota:

A finales del mes de agosto de este año, cuando después de que -con ese sexto sentido que la caracteriza- la maestra Juanita, nuestra directora, había logrado el donativo de la vini-lona, que intentábamos, con muy poca habilidad, malcolocar en algún sitio de la fechada del edificio de la unidad, una alumna de licenciatura, después de haber leído lo que ya dejaba ver en dicho medio promocional, se acercó al Profesor Armando Meixueiro y le preguntó a bocajarro:

-¿Qué es un Coloquio?

Yo me hice el desentendido y seguí jalando el mecate confiado en la gran experiencia que tiene Armand, para contestar las más diversas preguntas.
Dos días después, ya muy noche cuando Nancy y Oswaldo, incansables en ese trabajo desmedido que fue la organización y logística del Coloquio, enviaban cartas de aceptación a los magníficos ponentes y educadores ambientales de 14 Estados de la República Mexicana, que hoy nos acompañan, yo abrí muy discretamente -como tratando de hacer tiempo- el pequeño Larousse, que estaba sobre el escritorio y descubrí dos significados que por supuesto ignoraba del todo:

-Coloquio es una conversación entre dos o más personas.

-Coloquio también es una discusión organizada para tratar un tema determinado que se desarrolla bajo el cuidado de un moderador.

Descansé aliviado. Muchas cosas habían pasado ya desde que Miguel Ángel Arias sugiriera ese término, para normar la reunión, que se ajustan -ahora lo sé gracias al tumbaburros- a lo que esperamos.

Quiero aclarar que no saber del término no nos convierte en irresponsables: porque de lo que estábamos absolutamente seguros era que ya era necesario un acto académico en que los educadores ambientales formados en Programas Académicos, hicieran valer la nueva palabra que han ido construyendo desde su formación y se encontraran, compartieran y siguieran que entendiendo el ambiente, siguiendo a Noguera de Echeverri, como una dimensión que enriquece, amplía, transforma, transgrede, proponiendo alternativas culturales y que en un eco vibrarnte esa voz pasara por las sierras, las costas, los volcanes, los cielos y los ríos, los bosques, los arrecifes, zonas marginadas y las residenciales, los valles y las comunidades, las fábricas y las áreas naturales protegidas y las desprotegidas, las selvas y los murales, los conceptos y las inercias, las tradiciones y las posmodernidades, los fracasos y las resistencias, las derechas y las izquierdas, las evaluaciones y las necedades, la vida silvestre y las lagunas costeras, los salones y las calles, el gis y los cañones, las escuelas y los diseños curriculares, las mafias y las libertades, las historias y los ecosistemas, que sepan y hagan saber estos educadores ambientales que el país no se divide y que la educación ambiental es por derecho ganado -como lo asegura Helio García- el único movimiento ambiental real en este nuestro querido México, por su trayectoria, consistencia, permanencia y por su vocación de libertad, de tolerancia y de colaboración.

Pero también, habrá que reconocerlo, es un movimiento que se ha sostenido más con valor, trabajo y heroísmo que con organización.

Al respecto permítanme, por favor, comentar algunas cosas que asaltan a mi mente sobre el Programa Académico que se atrevió a convocarlos, sobre todo para escucharlos y que quiere de todo corazón ser un buen anfitrión, en los próximos tres días, como me encomendaron mis padres que lo fuera cuando de invitar se tratase. Compartirles fragmentos, que asaltan mi mente, de lo que ha sido la Maestría de la 095: como la creación del primer diseño curricular, la fundación, permanencia, la persistencia, el trabajo siempre responsable de los titulares de los seminarios y la terquedad a lo largo de nueve generaciones que se fue convirtiendo en resistencia para formar recursos humanos útiles y valiosos para el país y fundamentalmente para la ya muy postergada modificación y mejoría del Sistema Educativo Nacional que nos propusimos, como una misión, ya hace tres lustros en esta unidad.

Decidimos primero entender para contener y revertir los síntomas de la crisis ambiental provocado por el modelo civilizatorio, cuyos rasgos hemos combatido desde esta trinchera y en la que nos ha guiado siempre el lema de nuestra Casa de Estudios: educar para la transformación de la sociedad.

Recuerdo también cómo fueron apareciendo lo que fue dado en llamarse Programas pares en Educación Ambiental, mote que tomaron por la incorporación de las formas de evaluación en los noventa del siglo pasado. Programas que nosotros insistimos en nombrar como hermanos, ejemplos de estos son: la Maestría en la Universidad de Guadalajara, en nuestra misma casa de estudios en las Unidades de Mexicali, Mazatlán, Ajusco, las Especialidades y los Diplomados en la FES Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México, en el Instituto de Posgrado en Chiapas, o en el IV Comité de Tabasco, la Maestría de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

A finales de la década pasada la reproducción de estos Programas de Educación Ambiental presentaron la dificultad para ser documentados: Diplomados, Especialidades y Maestrías en diversas Instituciones Públicas y Privadas que vieron en la Educación Ambiental una necesidad y una oportunidad de formación.
Como es de su conocimiento, más por padecimiento que por virtud cognitiva, la década que finalizó el milenio, terminó por sustituir al Estado por el mercado, queriendo convertirnos en compradores y vendedores a todos y por añadidura en competidores permanentes. Queremos sostener aquí, una vez más -como lo constatado en los hechos- que a nosotros nos ha dado siempre un inmenso placer que se abra (y sobre todo mantenga y consolide) un Programa Académico en nuestro campo de conocimiento y que sabemos que la colaboración, en el afán que nos liga, es mucho más poderosa que la competencia a la que nos invita un mercado depredador que ya sienta sus reales en la educación superior.

La hermandad de los Programas Académicos creció por vínculos aislados que parecían amarrarse en reuniones nacionales de Coordinadores de Programas, convocadas por el Cecadesu ya a finales de la década pasada (del 97 al 99). Digamos que los hermanos, hijos de muy diversos padres, tradiciones y visiones, se encontraron. No así los destinatarios de esos programas que ahora se han dado cita aquí.
Después, de esos gloriosos noventa, algo pasó. La década que María Novo nombró casi a nivel planetario como de la Educación Ambiental, fue en el inicio de este milenio hacia abajo. Sobreviviendo en una inercia, pero perdiendo velocidad. No sólo es nuestra percepción, ni pasó únicamente en los Programas de Formación en Educación Ambiental, ni creo que haya pasado aisladamente en México. El campo perdió algo de la fortaleza que había adquirido. Poco a poco, revistas –que llegaron a tener Refereo-, organizaciones, redes, Congresos Estatales, foros, reuniones, libros, materiales didácticos, materias a nivel curricular, iniciativas, premios, estrategias y proyectos, se fueron haciendo escasos, distantes, lejos de la agenda pública. Los pocos que se quedaron a este falso final fueron a escuchar lo mismo de los mismos.

Aparecieron otras tentaciones. No está de más citar en este recuento rápido el intento de tergiversar el objeto de estudio, aparentemente, renombrándolo o colocándole un apellido o asignándole un tiempo de caducidad de diez años, muy en armonía con la inmediatez de los tiempos del globo que nos han tocado vivir. Cuando vimos esos intentos más de cerca en los documentos que caían en cascada y on-line notamos que, en efecto, toda la fuerza casi de huracán de la educación ambiental de cuestionar y proponer honestamente un mundo distinto con más respeto y aprovechamiento sustentable por los recursos naturales, pero sin renunciar a una distribución más equitativa de los recursos, se había suavizado: ya no me gustaría cambiar el mundo sino sólo conservarlo. El huracán era un chipi- chipi con sitio web y hasta con algunos recursos para quien le quisiera echar más azúcar al agua. Perdón, sustituto de azúcar por aquello del mundo light.

Nosotros, y creo que la mayoría de los Programas Académicos, decidimos mantenernos fieles a lo que habíamos pensado y seguir resistiendo un Programa sencillo y si se quiere poco pretencioso, viviendo de la nómina pero con profundidad en su intencionalidad. Con una clara vocación de servicio hacia los maestros, y mejor si eran los que estaban frente a grupo.

En este interés, más allá de la Planeación Estratégica, pero más cerca de los intereses que fuimos desarrollando la Maestría en Educación con campo en Educación Ambiental cada año de estos quince que estamos cumpliendo, lo hemos bautizado con una meta clara, con una asignaturaque tratamos de pasar, que nos oriente más allá de nuestro cumplimiento en el salón de clases con nuestro maestrantes y su formación hasta alcanzar el grado. Nombro estos objetivos por año:

1991 El diseño de la Maestría ( la gestación)
1992 La fundación e inauguración
1993 Surgimiento del suplemento de Educación Ambiental en Caminos Abiertos
1994 La investigación en el proyecto SEP- CONACYT
1995 El Diplomado en Promotoría de la Educación Ambiental
1996 Diseño y puesta en marcha del Curso de Formación para maestros de Educación básica en el Estado de México
1997 Apoyo en la construcción de la Maestría en Educación Ambiental para el Estado de Chiapas
1998 Primeros productos editoriales de la línea Cine y Educación
1999 Publicaciones En La Hoja del Maestro en el Periódico el Nacional,
2000 Especialidad en Educación Ambiental en la BENEM
2001 El rediseño de la Maestría
2002 El relanzamiento
2003 Las primeras Titulaciones
2004 Prácticas específicas en Educación ambiental, con la visita in situ de proyectos a lo largo del país.
2005 El concepto y evolución del Maestro equivocado
2006 Diplomado de Educación Ambiental para Maestros en el Estado de Tabasco2007 El año del 1er Coloquio Nacional de Estudiantes y egresados de Programas Académicos en Educación Ambiental

Queremos compartirles algunas imágenes sobre estos quince años, suplicándoles que nos perdonen la vanidad, que es más un deseo humilde de compartir lo que hemos sido y que estamos seguros ustedes nos compartirán un cachito de lo mucho que son y han logrado.

En los próximos tres días queremos dejar de ser la Maestría de la UPN 095 y ser el Coloquio. El primer Coloquio de Estudiantes y Egresados es de todos ahora y deseamos fervientemente que éste sea una fiesta: incluyente, insospechada, participativa, creativa, feliz y muy productiva para el bien de nuestro muy noble campo de conocimiento y de nosotros mismos. Nuestro sueño es ser un momento de reflexión colectiva que nos empuje hacia delante, que se olvide quién convocó y que se sientan en casa para escuchar, pensar, decir, decidir y proponer.

El Coloquio tiene el caro anhelo de ser un encuentro entre educadores ambientales formados en programas académicos para ir caminando hacia una comunidad de conocimiento, que por lo pronto, durante estos tres días, adquiera identidad, se relacione cara a cara consigo misma y logre estructurar simbólicamente de manera distinta nuestro gremio que todavía no consigue encontrarse consigo mismo.

En educación ambiental la nueva palabra se comparte para construir el futuro, y por supuesto, todavía:

Educar para transformar.

Muchas gracias.

Ciudad de México 20 de septiembre 2007

[1] Palabras leídas por el Mtro. Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán, Coordinador Académico de la Maestría en Educación con campo en Educación Ambiental de la Unidad 095 de la Universidad Pedagógica Nacional.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

HOLA ... ME PARECE INTERESANTE EL DISCURSITO PERO NO COMPRENDÍ DEL TODO...SE QUE SOLO ES PARA INAUGURAR PERO... ME PARECIÓ DEMASIADO PARAFRASEO Y EN REALIDAD NO DENOTA ¡ACCIÓN! QUE ES LO QUE NOS GRITA NUESTRO PLANETA : YA NO MÁS PLANES, NI PROYECTOS, NI PROPUESTAS... NO BASTA CON SER CONCIENTE DE LA SITUACIÓN SI NO ACTUAMOS ¡Y NUESTRA TRINCHERA SON LAS AULAS!... DEDIQÙÉMOSLE MAS TIEMPO A ESTE TEMA ¡CON O SIN MAESTRÍA! NO TRANSFORMEMOS EN LEYENDA LA VIDA DE NUESTRO PLANETA...LO ESTAMOS DESTRUYENDO... Y AÚN ASÍ LOS CIENTÍFICOS PIERDEN ELTIEMPO BUSCANDO VIDA EN OTROS PLANETAS...

wailhaarstad dijo...

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